PRIMAVERA ETERNA (FILOSOFANDO…)
Es muy cómodo y agradable mantener una temperatura constante durante todo el año a nuestro alrededor con medios artificiales y no tener que usar nuestro propio termostato corporal para “aguantar” la temperatura real de cada estación de año, pero la realidad es que este acomodamiento hace que nuestro cuerpo se aletargue y se enferme con mayor rapidez cuando nos exponemos a la temperatura externa de repente.
Poco a poco muchos de nosotros, sin darnos casi cuenta, estamos o hemos estado viviendo en una primavera eterna, artificial e impuesta por ciertos aparatos que nos rodean.
Aun recuerdo allá por los años 80 cuando ir a la playa, en verano, desde Madrid, era toda una odisea de equipajes, prisas y caravanas, pero lo que mi mente no registraba nunca como algo negativo era el calor que seguramente pasábamos toda mi gran familia (en el más amplio sentido de la palabra) viajando en el R12 ranchera a más de 40ºC.
Pasados los años entró en nuestras vidas y en nuestras casas y edificios, el famoso Aire Acondicionado, que resecó nuestras gargantas, enfrió nuestras espaldas y obligó a muchos/as a llevarse una chaqueta para usarla mientras se trabajaba o sino se transformaba en un batalla campal, cada día, por apagar/encender, cambiar de dirección el chorro de aire, bajar la potencia, subirla…
En la actualidad con los llamados “edificios inteligentes” muchos estamos abocados a sufrir estos efectos sin poder abrir las ventanas para que entre el calor o el frío real.
Muchos de nosotros vivimos o hemos vivido en esa eterna primavera durante años, todos los días, fuera invierno, verano, otoño o primavera de verdad.
Muchos otros, nada más levantarse de la cama, ya tienen en funcionamiento un sistema, en muchos casos programable, que hace que casa esté calentita o fresquita según lo que haga fuera. Tras prepararse para el día (ducha caliente o fresquita), se bajan al garaje en el ascensor y llegan al coche en el que de nuevo, el climatizador o aire acondicionado, se pone en funcionamiento según temperatura externa. Aparcan en el garaje de la oficina y suben a su puesto de trabajo, en otro ascensor, para sentarse delante del ordenador y pasar su jornada de trabajo. Cuando esta termina se produce el proceso inverso hasta volver a acostarse en la cama sin que su cuerpo haya trabajado nada para conseguir regular su temperatura respecto a la del exterior.
En el mejor de los casos quizá no tengamos garaje en casa ni en el trabajo y toque “sufrir” las inclemencias del tiempo real, pero tan solo serán unos pocos minutos para llegar de un sitio a otro.
Aunque si somos de ir a comprar al Supermecado de turno tampoco nos libraremos de entrar en ese bucle primaveral en el que llegamos al garaje, entraremos en el Súper, compraremos y nos volveremos a meter en el coche sin saber si hacía frio o calor en la calle.
Los que tenemos la suerte de vivir en una zona donde en cada época del año hace una temperatura diferente, dónde en invierno nieva y hace frío, en verano hace calor, en otoño los árboles cambian de hojas ayudados por el viento y en primavera la vida vuelve a abrirse camino, podemos disfrutar de esas maravillosas sensaciones y sorprendernos de cómo nuestro cuerpo se auto regula en cada época del año.
Y ahora os invito a venir a la montaña, salir de la ciudad, pasar frío en invierno, pasar calor en verano, a sentir el viento húmedo y fresco del otoño, a disfrutar de la explosión de colores en primavera y mientras nos los permitan las estaciones y el cuerpo-mente, además disfrutarlo escalando ;)
PD: Las fotos pertenecen a la actividad que realizamos hace unas semanas, recorriendo los 9 refugios de Carros de Foc, sumando más de 9.000m de desnivel y unos 56km) en 3 días.
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