Al llegar al túnel vemos que pone que es de peaje, pero no vemos ninguna barrera ni caseta donde pagar, así que nos metemos en el túnel y esperamos que al otro lado haya alguna barrera donde parar, meter la tarjeta y pagar lo que cueste, pero cuando llegamos al otro lado, el túnel se acaba y no hay nada ¿?
O eso pensamos ya que la noche es cerrada y nuestros ojos y cuerpo están cansados de tanto coche.
Esperamos que el precio de la multa no sea muy alto…
Ya con la mente solo puesta en buscar un sitio donde aparcar antes de que las heladas, que comienzan a helar la carretera, empiecen a darnos sustos.
Tras varias vueltas finalmente nos
alojamos en un apartadero de la carretera junto a un lago enorme llamado Kattfjordvatnet de la zona de
Kvaloya.
Tras el ritual del montaje de la carpa, por penúltima vez, para preparar la comida y cenar, nos vamos raudos a dormir para madrugar al día siguiente. Para mañana teníamos aun media hora de viaje hasta la empresa de Artics Campers, luego ir al aeropuerto, para ir a Trondheim, coger el nuevo coche de alquiler y finalmente ir al alojamiento que habíamos reservado para esa noche en Suecia.
Pero eso ya sería mañana.
Día 19
Amanece despejado, pero por alguna razón la escarcha ha desaparecido. Hace menos frío.
De nuevo ritual del montaje, desayuno, desmontaje y salimos pitando (no literalmente) hacia Tromso.
Tras pasar el puente voladizo de Sandnessund, que conecta Kvaloya con Tromso, pasamos el aeropuerto y llegamos a Arctic Campers.
Allí le contamos lo del peaje y nos cuenta que los peajes aquí no se pagan en el momento, sino que tiene un sistema para leer la matrícula y luego te pasan el cargo por cuenta bancaria.
Cuanto nos queda por aprender de los Noruegos.
Tras dejar el coche y despedirnos, nos montamos en el taxi que nos ha llamado para ir al aeropuerto.
Mientras esperamos aprovechamos para comer algo ya que no sabemos cuándo tendremos tiempo luego.
Sí, es un bocadillo de gambas :P
Tengo la sensación de que me dejo algo – Confiesa Ori
El avión sale a su hora.
Con parada en Bodo.
Para por fin llegar al aeropuerto de Trondheim.
Donde tenemos esperando nuestro siguiente vehículo para los próximos días.
Un
Skoda Fabia, de gasolina, que personalmente me gusta su conducción salvo por el poco espacio que hay para la pierna derecha que hace que termine por molestarte el tenerla apoyada en ese lado.
Y eso qué es – le digo a Ori señalando un extraño cepillo rojo con lo que parece un rascador en un extremo.
No sé – dice –
Igual es que se lo han dejado al limpiar el coche.
Tras salir del aeropuerto y hacer una parada para comprar algo de comida para la noche y el desayuno, nos vamos hacia la región de Åre, en Suecia, donde tenemos el alojamiento contratado.
Resulta curioso ver que, al pasar a Suecia, las señales de renos desaparecen y son sustituidas por estas de señores o señoras montadas en motos de nieve.
Tras las 2h llegamos al pueblo, concretamente a Udersaker.
La casita es una monada.
Rustica, pero con todas las comodidades.
Una pena que no nos quedemos más que esta noche.
Día 20
Desde este día, hasta el día 23, Ori tenía una actividad para ella que había preparado
Emilie Forsberg. Si la novia de
Kilian Jornet.
La actividad consiste en clases de Yoga y de técnica de carrera.
Y todo se desarrolla en un impresionante hotel de 5 estrellas en el que yo solo tengo pagado el alojamiento y el desayuno. La cena no, pero la pagaré a parte. Y la comida, pues ya se sabe, parte del desayuno ;)
Concretamente en el hotel
Copperhill de la estación de esquí de Åre.
Esta foto de abajo está sacada desde la segunda planta y puede apreciarse lo brutal de grande que es el lobby.
Como no podía ser de otra manera, en la biblioteca tiene un libro de su grupo de música más famoso.
Tras alojarnos Ori se baja a la presentación de la actividad y yo aprovecho para pasar las fotos de las cámaras, mientras como lo que queda de nuestra comida ya que tenemos la suerte de disponer de nevera en la habitación.
Durante la cena contacto con algunas/os de las/os organizadores y profesoras/es las/os cuales me indican que hay un sitio muy cerca para escalar, a tan solo unos pocos km.
Gracias a San Googlemaps, me lo indican en el mapa con el móvil y con eso, mañana, a la aventura.
Día 21
El día amanece frío, húmedo y con niebla.
Por lo menos no llueve, ni nieva.
Hay que ser positivo, pero cierto es que hace un frío de esos que no te apetece ponerte los pies de gato porque sabes que luego ya no calentarás lo pies en todo el día.
Aun así el mono está latente desde hace varios días, por lo que me animo a probar suerte.
La idea es coger un desvio, de tierra, a la derecha, pero todos son iguales y ya me habían avisado que no había ningún cartel que indicase nada, por lo que era cuestión de probar suerte.
Recordar que no disponía de Internet fuera del hotel, por lo que gracias a las capturas de pantalla que hice finalmente lo encontré.
Por si te quieres acercar al sitio, querido/a lector/a,
este es el punto en concreto donde tienes que aparcar.
La referencia es una antena que asoma entre los árboles y es poco después de pasar un puente.
Tras aparcar caminas por una evidente senda durante unos 15min, y si no te sales de ella te lleva justo a la zona de bloque primero y luego a las vías de escalada.
La zona está en ese frondoso bosque que se ve a la dereha del camino
El lugar es magnífico.
Una pequeña isla de roca rodeada de cerrado bosque, de un, creo, granito de excelente calidad que me recuerda a Yosemite, por la falta de adherencia.
Tras recorrerlo entero, cuento una veintena de vías equipadas y de cacharreo, con unos 12m de alto y de grado variado.
Una pena no disponer de mi
Soloist, una cuerda, un arnés, un casco…pero solo dispongo de los pies de gato, por lo que me animo a probar varios de los bloques más bajos, ya que no dispongo tampoco de colchoneta, no hay nadie y no creo que ningún loco se acerque con la humedad y temperatura que hace.
Todos los bloques los pruebo con las botas, pero son las que le puse una
suela Dotty de
Fiveten, es decir, como la del pie de gato, por lo que similar adherencia, aunque con mucha menos precisión como es lógico.
Los bloques son buenísimos.
Y disfruto cada uno de ellos.
Aunque el miedo a que me lesione por caer mal hace que no me atreva a subir muy alto.
[Ya en España, con más tiempo, he encontrado esta web dónde salen los croquis de la zona, a la que llaman
Välaberget.]
Cuando el frio se ha comido ya mi calor corporal, decido dar el día por terminado y regreso al hotel.
También tengo incluido el Spa y aprovecho el tiempo de descanso de Ori para irnos juntos a ponernos en remojo.
Día 22
Este día lo pasaría entero fuera.
El motivo es que tras buscar mucho por la Internet, el rocódromo más interesante, y que mereciese la pena ir, estaba a algo más de 2h de coche desde el hotel Copperhill, cruzando de Suecia a Noruega, hasta llegar a la ciudad de Trondheim.
Eso es motivación y lo demás tonterías.
Durante el viaje tengo la oportunidad, por primera vez de ver señales de tráfico indicando que puedes ir a 90km/h.
Esto parece ser el máximo que hay en las autopistas, de peaje, de Noruega.
Gracias al GPS del coche, llego sin problemas al rocódromo de
Trondheim Klatresenter.
Cuando aparco en la puerta, veo que hay una señal que indica algo que no entiendo.
Min norsk er ikke bra.(Mi Noruego no es muy bueno :P)
Cuando entro y pago la entrada, en mi mal inglés pregunto por el cartel de fuera y su significado. Por lo que entiendo, es un parking privado del rocódromo y está incluido en el precio. 100 coronas noruegas, que viene a ser unos 11€.
El rocódromo está genial.
Es enorme.
En realidad, como en casi todos los rocódromos de países donde la climatología es adversa.
Los bloques que tienen son divertidos y variados.
Y aquí me tiro hasta que dan las 17:30, momento en el que decido irme ya que al salir esta mañana de Åre el coche tenía una fina capa de nieve, y no sé lo que me voy a encontrar en la carretera.
Hacerse 2h y pico de coche, yendo a una media de 75km/h, de noche, y tras una sesión fanática de rocódromo, de más 5horas y media, es cuanto menos cansado y si a eso le añadimos que tan solo he comido un pequeño bocadillo, hacemos una combinación perfecta para que el viaje sea un suplicio.
Por suerte está nublado y no hay heladas.
Otra cosa buena es que veo un zorro ártico cruzando la carretera…lo malo es que él no me ve a mi y casi lo atropello.
¡Uy!
Cuando llego al Copperhill me voy directamente a la habitación para arramplar con lo que queda en la nevera de comida y luego a sobar.
Día 23
Este día Orí tenía la última actividad, pero había que dejar la habitación a las 11:00 porque el hotel cerraba. Sí, cerraba. No me preguntéis por qué, pero supongo que cerraban la temporada hasta que comenzase la de invierno.
No obstante, parecía que no faltaba mucho ya que hoy nevaba, no copiosamente, pero si lo suficiente para haber cubierto la carretera y gran parte del camino.
En mi caso me había animado a conocer los alrededores del hotel en el que hay varios recorridos de diferentes dificultades.
Luego tras terminar ambos, nos ducharíamos en el Spa, tras usarlo claro. Y de ahí ya para el coche y para el siguiente destino.
Pero el día amanece con mucha niebla y decido darme un corto paseo de un par de horas siguiendo las diferentes pistas de esquí que encuentro.
Después de la ducha y el Spa y ya con todo en el coche, nos disponemos a salir junto con una chica de la actividad a la que vamos a bajar a Åre, donde ha quedado con unos amigos, cuando descubro que el parabrisas está con una capa de hielo brutal.
Ahora entiendo para lo que es el cepillo rojo con el rascador.
Y es que si no es con este bicho no quitas ese hielo del cristal. Olvídate de intentarlo con una tarjeta de plástico.
De nuevo en la carreta, y tras dejar a la chica en Åre, cogemos dirección Trondheim, para luego dirigirnos hacia
Furuhaugli, lugar donde teníamos el alojamiento para los dos últimos días del viaje.
Algo más de 7h de conducción, lenta, por carreteras comarcales, pero con preciosas vistas.
Hacemos parada para comprar y nos quedamos alucinados al comprobar que no venden alcohol de más de 3º y el que venden, como es a volumen, las botellas están solo con el culo!
También coincidimos con un par de alces que está cerca de la carretera. Esta vez soy yo quién me acerco a fotografiarlos hasta que salen huyendo.
Cuando la noche ya se cierne sobre las estepas, por fin llegamos a Furuhagili, que es un camping con casitas de madera de diferentes tamaños.
La paliza del día es considerable por lo que cena y a la cama, que mañana tenemos intención de ver los famosos bueyes almizcleros.
Día 24
Amanece un día con mucha niebla en la zona a la que vamos y muy frio.
Las esperanzas de encontrarlos son casi nulas, pero de lo único que hay que arrepentirse es de no haberlo intentado.
Para ello salimos del camping buscando el parque nacional de
Dovrefjell, donde al parecen están los pocos que quedan en la zona.
Dadas las condiciones meteorológicas que gobiernas la zona decidimos llegar a lo que llaman viewpoint snøhetta, que es una especie de refugio no guardado que tiene una chimenea colgada y unas cristaleras enormes para poder ver el paisaje.
El lugar es inhóspito, pero de verdad. No se ve animal alguno y el frio y hielo lo cubre todo.
Pero a su modo es un lugar bello.
Cuando llegamos al parking descubrimos que tan solo un coche y nosotros estamos en la zona.
Ori aprovechando su inglés se lia a leer los carteles que hay en la zona.
Yo mientras investigo un poco por la zona, cuando de repente descubro que a lo lejos se aprecia una figura que puede ser un buey!
Casi donde se cierra la niebla, a la izquierda del camino, se puede apreciar
Luego me doy cuenta de que en realidad es solo una silueta de metal, con su forma, usado como muestra de la distancia a la que hay que estar si ves uno.
Lo que falata aquí, está alli ;)
Caminamos casi sin ver nada, salvo algunos momentos en el que el viento disipa un poco la niebla.
Despuñes de una media hora de camino llegamos al viewpoint snøhetta.
Allí hay una chica, sola, que está dibujando en un cuaderno.
Aprovechamos el refugio para comer lo que hemos traído y disfrutar de las espectaculares vistas que ofrece el lugar.
Poco después llegan tres italianos, vestidos para la ocasión, pero no para este medio.
No nos entretenemos mucho más y salimos de nuevo, casi corriendo, hacia el calor del coche.
Este día ya habíamos terminado con la actividad.
Tocaba refugiarse en la casita del camping.
Zamparse varios capítulos de Juego de Tronos hasta que nos fueramos a la cama.
No sin antes tomarme una cerveza de 2,8º!!! :O
Día 25
Este sería de nuevo un día largo.
Teníamos que conducir 7h hasta Trondheim donde teníamos el vuelo de regreso, dejar el coche, coger el avión hasta Oslo, luego hasta Madrid.
Pero no fue un viaje sin tensión ya que cuando llegamos a Trondehim, resulta que están de obras y hay una caravana del carajo que nos hace dudar de si llegaremos a coger el avión.
Continuará…
¡Qué no, que es broma! XD
Pasados varios desvíos que nos hace hacer las obras, por fin llegamos al aeropuerto. Por suerte habíamos salido del camping con un par de horas de sobra para imprevistos.
Nos da tiempo hasta a tomarnos un café tranquilamente.
Luego embarcamos.
Volamos.
Y llegamos a Madrid con la mente tan llena de experiencias como nuestro abultado equipaje.