Una semana de incordios con el carro, con varios pinchazos y un atrape en una embarrada zanja, sin mayores consecuencias que solicitar la ayuda de un tractor para salir.
También de conocer a la policía de tráfico y el liberal “funcionamiento” de multas de velocidad.
Pero que ha terminado con un bonito viaje a otro de los sitios que teníamos pendiente conocer y visitar.
La Laguna de Apoyo es uno de ellos.
El lugar es de lo más peculiar. Se trata un cráter de unos 6km de diámetro, de un antiguo volcán ya inactivo que por filtraciones de agua subterránea se ha llenado en gran parte su cono. Lógicamente está protegido aunque se puede pescar de forma controlada y navegar siempre que no sea con motor.
Aquí han
florecido varios hoteles de reducidas dimensiones. Entre ellos uno llamado
Aromansse en el que nos hemos decidido a pasar este fin de semana.
El lugar es de esos que no te importaría pasar una larga temporada.
Con tan solo cinco habitaciones el servicio que pueden dar al visitante es excepcional y te sientes súper cómodo.
Por ponerle un pero; no hay donde escalar :P
Muy recomendable.
La habitación, casi toda de madera, tiene una cama con mosquitera. Para mi será la primera vez que duerma con ella.
Uno de los dueños, francés, es además profe de Yoga y Ori se anima a ir una de las clases.
Yo me quedo en la habitación y en nuestra terraza hago una sesión de ChiKung mientras les veo.
Luego desayunaco y un rato después agarramos el carro y nos vamos al otro objetivo del finde. Subir al volcán Mombacho, que gobierna el horizonte al otro lado de la laguna.
Este, mucho más turístico que el
Momotombo, también está más protegido ya que es un volcán que tiene delicado bosque nuboso.
Se trata de una reserva natural y como tal hay que pagar por entrar. 20$, que incluye además la subida en camión asta dónde comienzan los recorridos.
No me deja de sorprender la potencia de algunos vehículos y la de este camión me deja con la boca abierta.
La inclinación que subimos bien te obligaría a usar la manos para superarla si fuéramos caminando. Y esto lo hace varias veces al día el mismo vehículo.
Realmente increíble!
Arriba, como hemos llegado algo tarde, solo tienen abiertos dos de los recorridos. Uno es gratuito y el otro es pagando un extra.
Hay también un tercero, abierto solo por la mañana, que llaman “El Puma”, y que es obligatorio hacer con guía…con guía?
En donde te deja el camión hay, además de un montón de antenas, un albergue con unas 15 plazas, y centro de interpretación, con vitrinas llenas de diferentes bichos y bichas que te puedes encontrar en la zona.
Serpientes...
Y todo tipo de insectos de diferentes tamaños.
Después de visitarlo nos metemos en nuestro recorrido que va por el borde de uno de los cuatro cráteres que tiene el volcán Mombacho.
Sorprende comprobar el fresco que hace nada más entrar y agradezco el haberme animado a llevar pantalón largo.
Es la primera vez que paso frío, al aire libre, en Nicaragua y la sensación es rara. Muy rara.
Durante el húmedo recorrido legamos un pasillo de estrechas paredes que ni Ori ni yo podemos reprimirnos a hacer algún paso de chimenea :D
El lugar es precioso.
Y si vas lento y te fijas en lo que te rodea descubres cosas como estas peculiares flores caídas en el suelo, que ponemos sobre el tronco de la barandilla para fotografiarlas.
O mariposas transparentes. La ves?
A la vuelta, nos salimos sin querer del camino y nos encontrarnos con dos muchachos, entendemos que biólogos, que andan anillando aves.
Les preguntamos y nos encontramos de manera improvisada como en un documental sobre aves, dónde nos cuenta todo lo que están haciendo, explicándonos sobre el ave que sujeta en sus dedos.
También nos cuentan que por fin acaba de salir el primer
libro de aves de Nicaragua y nos lo enseñan orgullosos.
Tras esto volvemos a montarnos en el camión que sale a las 16:00, es el último, bajando de nuevo por las pendientes que ahora impresionan más al escuchar salir aire de los bombines de los frenos mientras pasamos por los cafetales de la famosa empresa
Las Flores.
El domingo tenemos pendiente hacer kayaks por las aguas, agitadas por el aire, de la Laguna de Apoyo, aprovechando que está incluido en el precio de la habitación.
La experiencia es genial ya que al contrario que en la experiencia en los
manglares donde las únicas olas que había eran la que generaban las motoras que pasaban esporádicamente. Aquí el viento hace de las suyas y es como estar en el mar!
O te pones de frente a la ola o vuelcas.
Estamos durante un par de horas y luego nos volvemos para comenzar el viaje de vuelta que por otro pinchazo, que descubrimos al llegar, nos tocará hacer en parte de noche.