A pesar de que no he posteado últimamente nada de actividad y si mucho de material, no quiere decir que haya estado parado delante del ordenador. Lo cierto es que eso es justo lo que meno he hecho últimamente.
Bien es cierto que, como me suele pasar, he escalado menos de lo que me gustaría, pero en estas últimas semanas he estado, además, haciendo otras cosas.
Primer movimiento:
Patones es famoso por sus vías deportivas de un largo, pero hay algunas bellezas, de varios largos, escondidas en estas paredes calcáreas que son de poco uso por los que allí se suelen dejar caer.
De ellas, me hago con Yago, las que podemos y de todas sacamos algo en común: Sensación de clásica.
Segundo movimiento:
Invierno, (mucho) frío y entre semana, son las claves para estar solo en la Pedriza.
Esa combinación nos llevó a disfrutar de nuestro cercano paraíso de granito en la tierra.
Yago aun no conocía el sector de
Musgogénesis, y yo hacía siglos que no iba, por lo que para allí que nos dirigimos a, de nuevo, hacer largos.
Una combinación de
Baretoman con otras adyacentes es la elegida.
Luego también nos metemos en otras menos conocidas y codiciadas.
Tercer movimiento:
No es la primera ni será la última vez que vaya al Pico de la Miel y me decida por realizar una combinación de vías, siguiendo ciertas pautas: al menos una travesía y de grado “asequible”.
Con estas me metí, con Yago y Sergio, comenzando por la
Piloto buscando llegar a ese raro y espectacular largo de las fisuras paralelas ascendentes que hay en su lomo izquierdo.
Para ello la idea inicial era la de meterse por el famoso y repetido primer largo de la “Piloto” y luego irse a la placa de la izquierda, que según los croquis que existen en la actualidad parece ser de la “Doble Cero”. Luego ya veíamos…
Este primero se lo da Sergio que hoy se sale de su rutina y deja el búlder para meterse de nuevo en la cuerda.
Tras él, decidido me paso a la placa, subo esquivando las puntiagudas ramas y las voy dejando a mi espalda hasta llegar a una chapa blanca sujeta por un oxidado párabolt.
La placa se ve que no le dan mucho trabajo y está bastante sucia.
Miro hacia atrás y las ramas parecen esperar atentas mi posible caída.
Tras tantear un rato la placa, no me decido y el coco me dice que huya de allí. Yo, como soy un tipo educado, le hago caso sin discutir y me paso al musgoso y sucio diedro que tiene a la derecha, donde hay tres chapas. Uso dos y la otra la dejo a la derecha para meterme debajo del techo y probar suerte a meterme de nuevo en el lomo desde ahí.
Tras asomarme, compruebo la inviabilidad de la opción ya que una manta de musgo en vertical pared lo cubre generosamente.
Hago travesía, a derechas, bajo el techo y me meto en el siguiente diedro. Me arrastro sobre él hasta que los compañeros me avisan de que ven una chapa a mi izquierda, por si quiero usarla.
Me asomo, saliendo del apretado diedro como puedo, y veo que la tengo demasiado abajo para llegar, pero la que hay más arriba sí que tiene posibilidades. Lo malo es que debo realizar un cambio de diedros muy delicado, y no veo lo que me voy a encontrar luego.
Tras delicados movimientos y de no escuchar hablar a mis compañeros que están demasiado atentos a lo que hago, salgo airoso del embolado y me subo al aéreo lomo.
Aun no he chapado.
Tras unos pocos gestos más, y estirándome a tope, por fin llego a enlazar mosquetón chapa y cuerda en una perfecta combinación.
De aquí, subirse a la derecha y salir hacia la izquierda para ascender por un caos de bloque y llegar a un árbol para hacer la reu, es coser y cantar.
Desde esta reu ya se divisa el largo de las fisuras paralelas y también se tiene una visión de una larguísima fisura, que bien podría ser una opción futura para realizar, si se llega aquí en otra combinación.
Pero nuestro objetivo no es esa larga fisura.
¿Os animáis alguno?
…
La travesía es sencilla, pero expuesta ya que es difícil de proteger y tan solo una chapa a medio camino y un tronco seco son el único seguro que me encuentro.
Para realizar la totalidad de la serie de fisuras paralelas que tiene este bonito largo, decido irme hasta la reu en la que comienza, chaparla y desde aquí comenzar.
Ello, además de más rozamiento, consigue los metros de cuerda se reduzca bastante lo cual obliga a asegurar siempre con cinta larga y escuetamente.
Tras 60m, llego a reu casi a tope de cuerda, con una sonrisa en los labios al saber que a mis compañeros les encantaría este largo.
Una vez los tres juntos, aquí se anima Yago a darle al final de esta combinación, de la que se encuentra se llega al mismo punto geodésico, donde nos asegura, tras hacer algunos divertidos pasos.
Contentos ya en la cima y viendo que aun quedaban luz y ganas, nos animamos aprovechar la carga que hemos llevado a la espalda para el otro plan que se encuentra en
El Puro, a unos 100m del Pico de la Miel.
Para el ya lejano viaje a Yosemite la pusimos en nuestras manos a modo de entrenamiento y ahora tras ya unos pocos años de aquello, vuelvo a enfrentarme a ella, intentando que la suciedad mental del recuerdo, no empañe los estrictos movimientos que ellas requieren. No obstante, es casi imposible
olvidarlo.
Me cuelgo a los chiquitines a ambos lados de mi nuevo arnés y me decido a medirme con "Metodología". Un 6b de fisura de puño y mano, que le gusta comer números 2, 3 y 4 además de algún que otro 5.
La estrategia para escalar una fisura, normalmente, son dos: Empotrando o en bavaresa.
A veces una combinación de ambas es la solución perfecta y otras solo una de ellas.
Solo de ti depende cual elijas y con ello te sea más sencilla o más difícil.
Yo me equivoque en mi elección y este es el resultado.
Comienzo la fisura en bavaresa, protejo con nº4 los primeros metros. Continuos en bavaresa, hasta que la fisura cambia. Protejo con nº3, continuo, sigo y nº4.
Una vez en el paso clave de la vía, protejo ya con un nº2 y lo intento.
Vuelo.
Un vuelo corto, a penas 3m.
Me cuelgo e intento recordar como la hice hace años…error.
Lo intento de nuevo y los pies me patinan haciéndolo en bavaresa.
Vuelo. De nuevo pocos metros.
Me cuelgo otra vez y me noto los brazos ya petados de todo el día.
El recuerdo me dice que me subía a la repisa de la izquierda y desde ahí iba subiendo hasta poner un pie en una fisura y el otro en la otra.
Del dicho al hecho hay mucho…techo.
Esta vez cambio de estrategia y empotro pies y manos hasta que consigo sacar el pie izquierdo a la repisa inclinada y desde ahí consigo salir a otra repisa donde descanso y recupero fuerzas.
Estoy en esta y aparece un amigo de Sergio que se la conoce.
Ni corto ni perezoso le consulto como salir de allí y que estaba cansado de volar.
“…puedes hacerla en bavaresa, por la derecha o empotrando que es más sencillo…”
Solo necesitaba un pequeño empujón de esperanza para de nuevo atacarla.
Hago la travesía comprobando lo lejos que quedó el nº2 en la fisura y me encaramo, como puedo, hasta que encuentro el equilibrio suficiente para sacar el nº5 y colocarlo, sin mirar, antes de darme el paso definitivo.
Comienzo como me han recomendado, pero el cuerpo se me abre al igual que las manos por el cansancio y decido cambiarme a bavaresa de nuevo.
Error.
Las baterías de mis músculos están agotadas y el glucógeno no ha conseguido generar la energía necesaria.
Sé que el nº5 está bajos mis pies, que lo he colocado sin mirar y no sé como está. De la misma manera sé que me espera un generoso vuelo, por lo que intento usar la energía que aun reside en mis brazos para colocarme lo mejor posible para la caída.
Yago…atento…pilla!
Vuelo, caigo y veo los metros de roca subir hasta que me detengo. Según me paro, miro hacia arriba para ver dónde y cómo está el número 5.
Terror es lo que siento al ver que como se ha virado.
Yago, no te muevas. Voy a asegurarme al nº2 que el 5…no está bien.
Tras unos segundo de tensión ya que si saltase, además del susto (lo de menos claro) serán los metros de más que caería sin saber bien si tocaría suelo, me engancho.
Tras revisar el nº5 en la distancia, ve que está anclado sin problemas ya que la caída había incluso mellado algo las levas y seguro me costado sacarlo de ahí.
Remonto.
Tras llegar a él, coloco por encima el otro nº5 y desatrampo el de la caída y ya desde aquí saco el paso no con poco esfuerzo pero con la sabiduría de la experiencia en el cuerpo y el tiempo suficiente para buscar energía alternativa en el cuerpo y terminar la vía a tope de adrenalina.
Tras bajar, Sergio se anima a darle de segundo.
Él elige otra estrategia: Empotrando y solo bavaresa en algún paso aislado.
Correcto.
La encadena.
Sin duda un buen día.
Como estos tan satisfactorios y de tanto aprendizaje concentrado, al menos mil! :D