Hay viajes en los que sabes habrá un antes y un después. Como si de alguna manera fuera un ecuador de tu vida.
Ahora que ya peino canas (desde hace unos años) intento vivir la vida sin prisa. He aprendido que no hay que tener prisa porque lleguen las cosas. El tiempo nunca se para y con paciencia se consigue todo.
Eso no quiere decir que dejo de intentar conseguir mis sueños, tan solo que me dejo llevar por la situación y sé que todo llegará a su debido tiempo, pero no dejo pasar la oportunidad porque también sé que muchas de ellas no volverán.
Es ahora, en este momento. Entre el antes y el después.
Este nuevo road trip en el que me he metido no es un viaje de escalada al uso. Es más bien una visita familiar que además es práctica.
Me explico un poco.
Me ofrecí para traerme un coche desde Bruselas, donde vive parte de mi familia, del que se querían deshacer, para darlo de baja en España. De paso, el vehículo lo llenaría de artículos que me regalaban y que ya no usaban, para el próximo gran cambio en mi vida.
El plan era sencillo: Iría en avión y volvería en coche.
Día 19 de junio
Como estaba previsto, cojo el vuelo a eso de las 10:30.
Con Ryanair que es lo más económico que encuentro y con una sola maleta en la que por supuesto van entre otras cosas unos pies de gato.
La última vez que viajé con ellos fue hace 5 años y no fue del todo bien. Veremos en esta ocasión qué tal.
En esta compañía solo dejan meter, en la cabina, hasta un número determinado de equipaje de mano. Tengo la “suerte” de que por tan solo dos personas me toque bajarlo a la bodega del avión.
Por suerte soy un tipo previsor y llevo una mochila plegada dentro de la maleta para poder meter lo imprescindible para el viaje de 2h30min hasta Bruselas.
El roaming ya está activo para toda Europa desde hace unos días y espero que me funcione para poder contactar al llegar y que me recojan.
No me funciona 😒
Aun así al final lo consigo y tras unos tensos minutos intentando recordar lo poco de francés que sé, llegan a recogerme.
Día 20 de junio
Este día lo pasamos de visita turística al Consejo Europeo, incluida la comida.
Aquí, esperando a que lleguen los malqueda de los presidentes y ministros
Allí además me encuentro de sorpresa con un amigo que trabaja por esto sitios! Casualidades?
Visita rápida pero eficiente.
A lo Alain Robert…pero no me traje lo pies de gato que si no.
Día 21 de junio
Me despido de mi familia tras cargar el coche hasta los topes de esos artículos jugando al tetris con cada pieza y comienzo mi roda trip de dos días.
La primera parada oficial la quiero hacer en un lugar mítico a pesar de que me desvío unos 100km del recorrido que me llevaría más recto hasta España.
Fontainebleau…
No llevo colcho para las posibles caídas, pero en un lugar como este espero encontrar a gente que me deje caer en las suyas.
Sorry, Can I try the Boulder?
Con lo que no contaba es que justo en estos días estábamos en una ola de calor de esas históricas y no hay absolutamente nadie en la zona.
Un compañero de trabajo francés, cuando le dije que iba a pasar por allí y que solo tendría unas pocas horas para visitarlo me dijo que sin duda fuera al Elefante.
Aquí hay bloques chulísimos, cerca del coche y además muy altos
Con esas indicaciones hice una búsqueda en la internet y encontré un
algo antiguo mapa de la situación del
Elefante.
Para ello hay que llegar al pueblo de Larchant.
En este pueblo seguir los carteles que indican al Elefante.
Y en poco menos de 1km llegar al parquin que queda antes de la fuente que está a la derecha.
El mapa que llevo dice que está en más adelante de la fuente y a la izquierda, pero en realidad no es así, ya que parece que han hecho recientes cambios en la zona.
En la siguiente captura de
GoogleMaps os marco donde está la zona del elefante.
Tras aparcar en el primer parquin que encuentro, según vengo del pueblo de Larchant, y apagar el aire acondicionado, salgo del coche y vuelvo a la realidad en lo que se refiere a temperatura.
El bochorno es brutal. Tanto es así que me viene flases de cuando vivía en
Nicaragua.
Encima son las 15:35.
Con el mapa en la mano intento orientarme para llegar a donde reseña, pero enseguida descubro que la zona es muy boscosa, los caminos indefinidos y muy variados.
Decido subir a una pequeña colina por la que han colocado unas mallas y unos maderos para retener el arenoso terreno.
Resulta muy peculiar que el suelo es como si fuese arena de playa blanca.
Algo amortiguará una caída.
Ya en la colina y sudando por casi todos los poros, descubro abajo lo que he visto en varias fotos. El Elefante.
Sin mucho esperar dejo el agua y el resto de cosas a la sombra y me doy un rulo por la zona para decidirme qué bloques probaría en esta hora y media que disponía antes de seguir viaje hasta Burdeos, donde tenía hecha la reserva en un hotel, al que debía llegar antes de las 23:00.
Mi intención es encontrar también un bloque muy famoso con un agarre en forma de corazón, pero no lo encuentro en este sector por lo que deduzco estará en otro sitio.
Decido no perder más tiempo y dedicar lo que me queda en escalar algunos.
Finalmente pruebo cinco bloques.
Todos son una maravilla y es que el lugar es mágico y el mono se activa a tope a pesar del tremendo calor reinante
No llevo magnesio y me doy algún que otro resbalón sin consecuencias.
El último que pruebo el mejor. Sencillo, alto y algo desplomado.
Sin GoPro
Le llaman el Grullere y está en el sector La Dalle á Poly.
Con GoPro
Precioso.
El tiempo no se para.
Cuando me quiero dar cuenta son las 17:45.
Tardo 5h40min en llegar a Burdeos, por lo que voy muy justo.
Recojo, me voy al coche, me cambio de camiseta para no helarme con el aire acondicionado y salgo pitando, no literalmente, hacia Burdeos.
Llevo un TOMTOM que me ha dejado mi chica Oriana, pero que hace tiempo no se actualiza y en un momento dado del viaje me hace salirme de una autopista y llevarme 30km en dirección contraria hasta que me doy cuenta.
Estos 60km hacen que el TOMTOM me avise de que voy a llegar a más de las doce de la noche.
Decido parar a cenar y aprovecho para llamar por teléfono al alojamiento.
Elegí uno que hablasen español, pero justo la persona que lo coge no lo habla. Aun así llegamos a entendernos.
No problema. Esperamos te.
Los kilómetros pasan y el cansancio es acuciante, pero consigo estar despejado gracias que encuentro
por fin una emisora en la que ponen música que conozco, y canto como un loco hasta llegar a la salida donde está el
hotel Formules Club.
Son las 00:50 y la misma persona que me abre la puerta para que aparque el coche (tiene parquin privado) es con la que he hablado por teléfono.
Ducha y a dormir. No doy para más.
Día 22 de junio
Decido no levantarme pronto. De hecho los hago a las 10:00 para llegar a última hora del desayuno que termina a y media.
Necesitaba dormir al menos 8h.
Lo que queda de viaje me lo tomo con más calma y hasta me planteo parar en alguna otra zona de escalada de bloque.
Pocas horas después (3h) estoy en España y el hambre ataca, sobre todo porque el desayuno, habían sido solo azucares.
Decido esperar una hora más y tirar mientras de los frutos secos y barritas que me quedan hasta llegar a Guipúzcoa. Concretamente al peculiar pueblo de
Bergara.
Tras aparcar, pregunto a los locales un buen lugar para comer en condiciones.
El Bodegón - me asegura una bergaresa –
Aquí mismo.
En un momento tengo las lentejas y el vino con casera en la mesa.
Me animo a echarme un culín de vino y llenar el resto de casera.
La botella está cerrada y es de rosca.
La intento abrir y no puedo ¿?
Me levanto entro en al bar y aviso al camarero para que me deje un trapo seco para abrirla…la coge y con dos dedos la abre.
¡Uy que blandooo! – Escucho decir a alguno de los comensales que hay sentados dentro –
¡Ay va con los jóvenes de hoy!
Decido sonreír (sobre todo por lo de joven a mis casi 44 años) encogerme de hombros y no dar explicaciones de que tengo las manos agarrotadas de tanto sujetar el volante y ayer blocar a muerte en Fontainebleau.
Me gustaría echarme una siesta después de las lentejas, pero quería llegar a Madrid con luz y no debía entretenerme si quería demás conocer la zona de Santa Gadea.
Poco tiempo después llego a
Pancorbo. Donde estuve con Yago escalado hace unas pocas semanas.
Aquí según he visto en el recorrido está muy cerca
Santa Gadea del Cid.
Pero
oh sorpresa, este Santa Gadea no es el del bloque, el del bloque está más arriba a casi 2h de coche y se llama
Santa Gadea del Alfoz.
Algo desilusionado me monto de nuevo en el coche y continuo camino con la mente ya puesta en llegar a casa.
Unas pocas horas después y unos cientos de kilómetros más tarde, paro en la gasolinera de la La Cabrera donde las siluetas de las montañas ya me son familiares.
Una hora después por fin estoy en casa.
Saco los artículos varios del coche, ceno, me ducho y me acuesto sin más. Mañana toca trabajar.