26 de diciembre de 2016

CONSERVADOR - DOS HERMANAS, PEÑALARA

Tenía unas horas libres así que me animé a probar suerte en nuestra cercana aunque peligrosa zona de juego invernal.
Peligrosa por precisamente estar tan cerca de la capital y tener condiciones de alta montaña.


Equipado con los piolets y crampones de Ori (que son mejores que los míos), arnés y alguna cosilla más porsiaca, me aproximo al circo.

De camino mucho hielo, por ello desde la primera caseta me pongo los crampones para no resbalar e ir más rápido por la pista.



Al llegar al circo, el aspecto es desolador.


Todo muy pelado.
Ni si quiera la cascada del zabala está formada del todo.


Aun así me animo a buscar el corredor que menos luz le da para buscar algo de condiciones, aunque ya desde abajo se puede ver que me tocará arañar la roca.


Mi avance es lento y tranquilo. No tengo prisa.

Un chico me adelanta con algo más de prisa.

Cuando llego al pie del corredor el chico se está preparando. Mantenemos una corta conversación y decido esperar a que esté bien arriba para evitar que me caiga encima lo que tire.


Mientras espero disfruto del paisaje ahora solitario de la zona.


Cuando veo que ya está muy arriba, me animo a meterme.

Se nota que la canal ha estado en mejores condiciones, hace un par de días. Seguramente este sea el último día en que se podrá pasar con cierat seguridad hasta que lleguen nuevas precipitaciones y bajadas de temperatura.

Tras unas decenas de metros llego a un muro de roca tapizado por una fina capa de hielo de la que el chico ha dejado poco.

Decido quitar lo que queda en busca de un hueco entre las piedras para los piolets y subirme de ellos hasta poder clavar en mejor hielo.

Son dos pasos, pero el que venga detrás le será aun más complicado ya que donde he apoyado los crampones se ha ido para abajo en cuanto he salido de allí.


Me parece oír voces por abajo, por lo que extremo las precauciones para evitar tirar más cosas.

Pasado esta placa llega otra. Está algo más sencilla pero con la misma cantidad de hielo. Nada.


Pasado esta se llega a un caos de bloques tapizados con poca nieve que te obliga a buscar entre estas para apoyar los crampones.


Después llegamos a la campa de nieve que precede a la ceja, que ahora ni es ceja ni es na de la poca nieve que hay.


Miro a mi izquierda y veo al chico que se mete en una de las dos canales en la que se ve que aguanta la nieve y posiblemente el hielo debido a la orientación.

Demasiado estrecha para dos.
Decido ser conservador y seguir hacia la ceja.

Aquí da el sol y estoy sudando, por lo que me quito la chaqueta y me quedo con la camiseta de lana merino que llevo, el casco, los crampones y los piolets.

Estoy en estas cuando apareces dos chavales detrás de mí. Son dos chicos de Córdoba con los que entablo una conversación sobre las condiciones de la zona. Vienen de Gredos y por la cantidad de nieve sin transformar no pudieron cumplir su objetivo de subir el Almanzor.

Nos despedimos y cuando estoy a punto de seguirles, veo a mi izquierda una rampa con un buen tomo de hielo.

Voy a ver qué tal está.

Esta perfecto para la zona y época que es. Solo veo una huella anterior, posiblemente de hace días en el que estaba aun mejor.

Está tan duro que los piolets y los crampones no se calvan, por lo que tengo que hacer algunos pasos algo delicados hasta que por fin llego a la parte de arriba.


Pero oh sorpresa, la placa que viene ahora es una placa lisa de roca que no ofrece hueco alguno para colocar los piolets y crampones por lo que guardo los piolets y me subo por una pared de roca, con agarres y apoyos, para poder salir no sin antes hacer una buena limpia de rocas sueltas.

Ya he tenido suficiente.


Arriba me vuelvo a encontrar a los cordobeses que parecen irse a hacer algo más.


Me despido, deseandoles suerte, y cojo el camino clásico de bajada hacia la pista.


Un rato después estoy abajo.


Aun es pronto para disfrutar de la actividad invernal. Hay que esperar.


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