VUELTA A LOS INICIOS
Hace una par de días que podaron los 10 árboles, del aparcamiento privado, del bloque de pisos donde vivo.
Las ramas, las dejaron amontonadas ocupando cuatro plazas de aparcamiento.
Hoy por la mañana, al mirar decepcionado como llovía y mi día de bici se anulaba, me he fijado en que el montón de ramas, se encontraba con una forma diferente.
Al mirar más atentamente, veo, que la colocación no es accidental, sino que se han colocado de tal forma, que haya una entrada a un habitáculo.
De repente un montón de niños aparecen en la escena trayendo cartones y plásticos para meterlos dentro.
Al menos cinco, han entrado en la poco acogedora estancia y tardan un rato en salir, de nuevo corriendo, para volver con más cartones y algunas tablas de algún armario desvencijado.
Me quedo embobado viéndoles trabajar arduamente sin ningún fin en concreto.
No lo hacen para pasar la noche allí, ni siquiera para estar dentro y guarecerse de la lluvia, simplemente es instinto de crear un lugar suyo, para pasar un rato con los amigos, un lugar efímero, ya que mañana, cuando vengan con el camión de la trituradora de ramas, tardarán apenas una hora en transformar en serrín, en polvo, lo que les está llevando todo el día. Pero eso ahora no les preocupa, solo piensan en el ahora, en lo que están creando con sus manos y esfuerzo, sin ninguna obligación ni mandato de nadie.
Todo esto me hace reflexionar sobre un recuerdo que tenía olvidado, un recuerdo que tuve cuando estaba tirirtando de frio, viendo como JJ, con su casco, sacaba la nieve que yo acababa de picar del fondo, del fondo del agujero que cavamos, para pasar la noche en las faldas de Monte Perdido.
¿El recuerdo? pues...
Por alguna razón me veía cuando tenía 10 años, en el descampado de detrás del bloque de pisos donde vivo, donde ahora hay un enorme colegio, creando una cabaña con tablones, cajas de cartón, plásticos y todo tipo de basura que encontrábamos, para crearnos un refugio, sin ningún fin, tan solo por crear, pero que en cuanto estaba terminado sólo podíamos pasar unos segundos dentro ya que aquello amenazaba derrumbe.
Esos juegos de niños, quizá son un aprendizaje que el destino nos prepará para que podamos enfrentarnos a esos duros momentos, que nos hace pasar a veces, nuestras aventuras en la montaña.
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