HISTORIA DEL CABRERO BAUTISTA MONTALVO (CUENTA LA LEYENDA...)
Cuenta la leyenda, que Bautista Montalvo se adentro con sus mejores galas en las calles del Rastro de Madrid, buscando una buena prenda para pasar el frío invierno del pueblo de Mataelpino donde residía.
En una de sus calles, una encorvada señora le sale al paso, y le coge del brazo arrastrándole, a su oscura tienda.
Asustado, Bautista, se desprende de ella haciéndola tambalear, hasta darse con una vitrina de cristal que casi rompe con su hombro.
-. Señor, apiádese de mi!!! - Le dice la señora mientras se arrodilla ante él y le agarra el pantalón de gruesa pana - ¡No me llega el dinero que gano en la tienda más que para un poco de pan y algunas alubias. Mi familia desespera por el hambre y mi marido no puede valerse por si mismo desde que le atropelló aquel maldito carruaje!
-. Por favor - Contesta Bautista mientras le agarra de los brazos y la iza - Levántese del suelo, no soy ningún gran Señor, tan sólo soy cabrero y poco puedo hacer por ayudarla.
-. Cómpreme algo de las antigüedades que vendo - Le dice con una reverencia mientras pasea la mano por la estancia ofreciéndole lo que hay.
-. Bien...veamos que puedes tener que me interese - Responde mientras pasea con las manos cruzadas a la espalda, por la pequeña tienda - Ando buscando una buena prenda para guarecerme de los fríos inviernos y lluvias.
-. Ropa Señor? No vendo ropas...sólo vendo objetos antiguos, muebles y vajillas...pero ropas no.
Como si no la escuchase, Bautista se pasea por la tienda observando lo que hay en ella, hasta que descubre una puerta entreabierta que empuja para ver su interior. Allí, al fondo de la oscura habitación se vislumbra un baúl con un grueso candado cerrado.
-. Y aquel baúl? - Pregunta intrigado Bautista señalando con la cabeza.
-. Señor, ese baúl está ahí de mucho antes de que yo tomase en alquiler el local - Comenta la tendera mientras se acerca a su oreja y le cuenta en voz susurrante - Desconozco que hay en su interior, pero el anterior inquilino me aseguró que estaba maldito y que jamás lo abriera...ni si quiera me he atrevido a moverlo de su sitio por si la maldad de su interior me afectaba.
-. Paparruchas - Responde con una sonrisa Bautista - y que contiene?
-. No debería decírselo - Suspira la anciana mientras se sienta en una vieja silla de oscuro mimbre - pero le veo tan interesado que se lo contaré - continua mientras se pasa una mano por su áspera cara - Al parecer contiene las pertenencias de un brujo que quemaron en la hoguera hace ya mucho tiempo. Se dice que sus ropas estaban malditas y que aquel que las poseyese se llevaría consigo esa maldición. El alquiler del local es tan barato precisamente por eso, ya que al igual que el baúl, el local era la casa de este brujo...no me pregunte el nombre, lo desconozco, pero imagino que después de conocer la historias no deseará si quiera acercarse a él.
Por alguna razón el baúl le produce un interés soberbio que no puede reprimir y la curiosidad crece como si de alguna manera sintiera que debe llevárselo con él.
Bautista siempre había sido muy escéptico y no creía en aquellas historias de viejas...así que le hizo una oferta por el misterioso baúl del brujo.
- . ¡Le doy 10 pesetas por él! - le suelta mientras le enseña el dinero en un trozo de cuero troquelado y pasado con un cordón que hace de bolsa.
La anciana, sorprendida, no duda en coger el dinero, sabiendo que con ello podría alimentar a sus hijos y marido durante mucho tiempo.
Bautista da la espalda a la señora y agarra el baúl por sus asas laterales para ponérselo al hombro.
-. ¡Espere Señor! - Le increpar la anciana antes de que salga por la puerta - No puedo dejarle ir sin decirle que debe saber que se lo habría regalado si me lo hubiera pedido. No sabe le peso que me quita de encima.
Bautista le ofrece su mejor sonrisa y sale de la tienda en busca de un carruaje que le pueda acercar al tren para regresar a su casa.
Mientras espera, se da la vuelta para ver de nuevo la extraña tienda de la que ha salido y que aun tiene a la vista...sorprendido, comprueba que hay una persona saliendo de ella llevando consigo algo entre las manos y que otra entra seguida, para también seguramente adquirir algo.
Vaya, parece que la señora está teniendo suerte hoy - Piensa Bautista.
Ya en casa no puede esperar a mañana para ver el contenido de su compra y usa una maza para romper el candado que no se resiste más que a dos golpes.
Al abrirlo, un olor a humedad invade sus narices haciéndole toser.
Acerca el candil y descubre lo que contiene, al meter la mano y tirar de ello.
Una fantástica capa de un material que desconoce, pero que por su suavidad y peso piensa que puede ser de un animal.
Se la pone a los hombros y tiene de repente una extraña sensación de bienestar. Una sensación que le hace sonreír, sentirse muy bien...demasiado bien. Tanto que hasta se asusta y decide quitársela...
-. ¡Dios mío! que cosa más rara!
Bajo la pesada capa, hay un extraño objeto con forma de rombo y afilados vértices. Parece de metal, de un metal dorado..Oro? quizás.
Lo saca y observa que dispone de unas marcas que parecen ser las que los dedos dejan en la masa del pan tras presionarla.
Coloca su mano derecha sobre estas muescas y al hacerlo, sale una especie de puntero de una de las esquinas del rombo.
La sensación de antes vuelve, pero esta vez mucho más intensa...pero en vez de asustarse decide ir un poco más allá y con la otra mano, en un ágil movimiento del que el mismo se sorprende, se coloca la capa sobre sus hombros.
La sensación es tan brutal que cae de rodillas temblando...hasta que nota que empieza a controlarla y no puede evitar soltar una gran carcajada al aire mientras levanta los brazos con el extraño cetro con punta en su mano derecha.
Bautista está tan absorto en su disfraz, que no siente que han entrado unos bandidos en su casa, hasta que es demasiado tarde y recibe un estacazo en la cabeza que le deja inconsciente.
Al despertar descubre que está en una cueva, atado de pies y manos sobre una fría y húmeda roca.
Comprueba visualmente que varios hombres, están a pocos metros de él y al parecer discutiendo por algo a voz en grito.
-. Quienes sois? Por que me tenéis atado que pretendéis?
Uno de los hombres, al parecer el que mandaba en la discusión, se acerca a él y recibe de este una patada en la boca del estómago que le hace vomitar.
-. ¡¡Calla maldito cabrero!! No molestes, no ves que estamos decidiendo que hacer contigo?
-. ¡Isidro, controla tu ira o nos dejarás sin trueque! - Le dice otro de los que allí se baten.
Bautista, mientras se recupera de la patada, comprueba que en una mesa hay una escopeta que le suena.
-. ¡Malditos esa escopeta es mía, me costó muchísimo adquirirla!
-. Si no te callas cabrero, la usaré contigo - Le suelta mientras le señala con el dedo.
Asustado por la amenaza Bautista decide callarse y analizar la situación.
-. Bueno compañeros - Dice al que han llamado Isidro - el botín que hemos sacado no es mucho por lo que propongo que pidamos un rescate por el cabrero, todo el mundo sabe que la viuda Braulia del Valle, tiene dinero escondido del que le dejó su marido y no precisamente poca cantidad.
Con la escopeta, este extraño aparato que llevaba el Cabrero en su mano y esa estupenda capa, poco podemos hacer. Propongo que la capa y el cacharro este os lo quedéis vosotros y yo que soy el jefe me quedo con la escopeta... ¿Alguna duda al respecto?
Los otros dos de la banda, asiente con la cabeza en signo de aprobación y se cogen uno la capa y otro el objeto.
Braulio les observa atento, para ver si les pasaba lo mismo que a él.
El que ha cogido la capa la mira extrañado sin saber siquiera como ponérsela, mientras el otro agarra el objeto como lo hizo Braulio y sorprendido comprueba que sale de nuevo ese entraño y prominente punzón.
-. Dios, dios, dios... - Comienza a repetir sin parar.
Los otros dos le observan asustados e incluso Isidro decide apuntarle con la escopeta al ver que levanta los brazos y comienza a reírse alocadamente.
Con la mano libre del cetro, en un movimiento rápido, le quita la capa al otro de sus manos y se la pone a en sus hombros, realizando un giro con ella en el aire que deja estupefactos a todos.
Braulio se incorpora y comprueba sorprendido que el poseedor de la capa y la barita, le mira y hace un gesto con esta, deshaciendo los nudos de sus muñecas en la distancia, liberándole de sus ataduras.
-. ¡Que haces insensato! - grita Isidro mientras le apunta con la escopeta más seriamente.
El encapado dirige la barita hacia Isidro y este dispara, fallando en su primer intento y dándole de lleno en la cara al otro componente de la banda que cae al suelo sin vida.
Seguidamente, Isidro apunta más certeramente al dueño de la capa y este recibe el impacto de los proyectiles en su pecho, no sin antes lanzar la varita y alcanzando a Isidro en el cuello, atravesándole este.
Los dos caen entre gritos de dolor que en pocos segundos paran.
Braulio, sin mirar atrás, sale corriendo de la cueva escapando no sabe muy bien de qué, pero con la certeza que de que nada bueno podía depararle si se quedaba allí.
En su carrera se le pasa por la cabeza volver a por la capa y el extraño cetro...pero enseguida se le quita de la cabeza al recordar lo vivido.
El qué fue del cetro y la capa, nadie lo sabe, ya que Braulio nunca supo como volver a esta cueva...o quizás prefería no recordarlo.
N. del A.: ¿Quieres saber qué es "Cuenta la Leyenda..."?
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