7 de marzo de 2022

EL CELADOR ESCALADOR

Muchos que leéis esto ya sabéis de qué os vengo a hablar en este post.
Para los que no, os lo resumo en una frase: Me he vuelto a reinventar a mis 48 años…otra vez.
 
De hecho estas palabras las estoy tecleando tras levantarme después de hacer el turno de noche del nuevo trabajo.

Os cuento.

Soy de los que piensan que lo que se para se muere. Pensadlo un poco y entenderéis que esto no solo ocurre en nuestro planeta si no fuera de él.


En la situación que nos ha tocado vivir, muchos nos hemos visto abocados a tomar decisiones drásticas y en las que muchas veces solo ves vacío frente a ti. Decidir saltar sin más, cuando ves venir un enorme alud, sin saber donde vas a caer. La otra opción es quedarse en el bode del abismo esperando a que el alud te atrape y te destruya.


Arriesgarse o morir. No hay más.
 
No sé si lo recodareis pero en el peor momento de la pandemia, se pidió a la gente ayudar en hospitales como celador y mucha gente se presentó a primera fila entre ellos Pedro, compañero de profesión y escritor del diario de aquella experiencia que os recomiendo adquirir y leer. Yo pensé mucho en presentarme a filas pero dada mi situación familiar no pude apuntarme para luchar por la vida.


Mi profesión de guía, como la de muchas otras profesiones que requerían salir al exterior y/o trabajar con grupos se vio frenada en seco y las expectativas de volver a la famosa normalidad eran oscuras a corto plazo y a largo plazo difusas. Podía quedarme quieto y esperar o hacer algo. La primera, esperar, no era una opción.
 
Por ello me animé, durante esos meses de encierro, a planear el futuro cuando todo esto pasara y entre las muchas cosas que hice y me presenté me apunté a un curso de Celador Sanitario que incluía 100h de prácticas.
 
El curso fue rápido, las practicas no tanto. Fueron complejas de conseguir pero al final tras casi un año esperando y buscando las pude hacer en el hospital de HM Torrelodones. Poco después tuve la oportunidad de empezar a trabajar en otro hospital, haciendo suplencias y aquí me encuentro desde entonces.

No llevo mucho tiempo en ello pero ya sabéis lo que me gusta filosofar y en esta ocasión no es menos. Cuando trabajas de celador en un hospital ves de todo y también todas las fases de la vida en tan solo unas jornada. Transladas mujeres embarazadas, transladas bebés recién nacidos, transladas mucha gente enferma que se recupera, otra que no, y evidentemente “exitus”.

Esto me hace recordar que la vida es un regalo que hay que aprovecharla, y que la muerte es consecuencia de la vida. Por que la vida es eso que pasa entre el nacimiento y la muerte. VIVE AHORA Y NO DEJES NADA PARA DESPUÉS.
 
 
“Pero, ¿Entonces dejas lo de guía?”

Esta es la pregunta que muchos me hicieron al enterarse. La respuesta es sencilla: No lo dejo.
Seguiré guiando, dando cursos, formando y mostrando el maravilloso mundo de la escalada a quién me lo pida, mientras, sigo en la otra profesión, en la que también trabajo con gente aunque en una situación distinta pero en cierta forma similar ya que en ambas la gente está fuera de su zona de confort y precisan de un acompañamiento agradable, empático, paciente y comprensivo.

2 comentarios:

Antonio dijo...

Hola Vlady! Vas a estar súper liado, aun así me consta que siempre tendrás tiempo para tus amigos, aunque seamos un poco flojos.
Un abrazo y mucho ánimo!

Vladimir Bustóf de la Sousa dijo...

Qué hay Antonia!

Si nada lo impide siempre habrá tiempo para trepar juntos 😉
Abrazo!